Se cruzaron nuestros caminos. Yo jugaba a querer a alguien que me halagaba con poesías y hacía que mi vida estuviera más llena de fantasías disfrazadas. Tú, sin yo saberlo, me mirabas a través de esos ojos profundos de misterio impenetrable. Yo, sin escuchar a mis amigas, no creí una verdad tan evidente. Y me enamoré, porque amor y conveniencia no se entienden. Me enamoré de quién se preocupó por alcanzarme y luchar por mí, aunque su lucha estuviera cubierta de decepciones y sueños rotos. Me ilusioné con lunas llenas de imaginarias aventuras y caí en un amor puro pero efímero por parte de quién no compartía mi querer. Y tú, sin yo saberlo, me mirabas a través de un corazón roto que no puedes arreglar. Y hoy descubrí lo que un día sentiste y superaste. Y hoy siento en carne propia aquello que tú sentiste y es consuelo saber que, aunque a destiempo, nuestros caminos al fin se han cruzado.
Marisol
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario