Donde no se encuentran las cosas perdidas en el horizonte de los días está el corazón. Cicatrizadas las heridas del desamor avanza luchando contra sí mismo, temeroso de quién lo dañó. Allá va, caminando poco a poco pero cada vez más seguro y menos perdido. El corazón no ha bajado la guardia, todavía recuerda el dolor hecho agua que le dieron a probar. Aún así, el pequeño corazón sigue su camino entre bosques inciertos. Algún día, sí, sabe que llegará...
Marisol
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