Fluye...
Esa fue la despedida de mi psicoterapeuta que me ayuda a combatir la ansiedad y con ella el insomnio.
Fluye...
Así debía ser este magnífico verano.
Y he fluido... pero hacia dentro... he viajado a las paradisíacas playas de mi interior. He conocido el rumor de mis pensamientos rompiendo como olas contra las arenas movedizas de mi pasado.
Un turismo sin precedentes, un viaje impresionante el cual no acabaría nunca.
Mas el verano va terminando, y con él toda esta sensación armoniosa de saberme lejos de todo lo que me hace daño.
Y una se da cuenta de muchas cosas.
Darse cuenta; una acción valiosa para mi gran mentor Jorge Bucay. Darse cuenta de tu exterior y de tu interior es la mejor forma de formarse como seres humanos auténticamente autosuficientes en muchos aspectos de la vida.
Y yo fluyendo me di cuenta de muchas cosas.
Me di cuenta de que me quiero a mí misma, y así por defecto de lo mucho que amo las cosas más insignificantes que conforman mi vida.
Y amo y respeto a cada persona que cruza su mirada conmigo en el paso por la vida. Ya sea alguien que me aporte el bien como el mal... ya sea alguien que aparentemente no me aporte nada.
Fluyendo descubres que hay tantas cosas magníficas en ti misma y en los demás que te sorprendes sonriendo hacia tus adentros... pues en el precioso trayecto del darte cuenta, en el fluir del río sin ser arrastrada por su corriente, en la sensación de saber que estás dónde debes estar y haces lo que debes hacer... en ese camino entiendes, al fin, que eres un ser excepcional y único, que no hay lamentaciones que valgan para cortar tu camino, que el poder esta dentro de ti y por ello de todo lo malo y bueno acontecido renace la nueva oportunidad de seguir viviendo.
Me quedo como turista en el mundo de redescubrirse y entenderse. Me quedo en el hotel del amor a pensión completa y vuelo en el avión del coraje y el ímpetu.
Gracias, magnífico verano... contigo he crecido hacia adentro.
Marina
