Cierro los ojos...
Una habitación sin ruido, sin gente, sin miedos.
A secas... nosotros dos.
Complot sensual nos convierte cómplices del anhelo de un apasionado roce de cuerpo contra cuerpo.
Abismal distancia entre miedos y deseos me depositan equilibrando la balanza de mí misma.
Quizás, sólo quizás tú también temas sentirme pues el recuerdo duele más que el deseo y saberse la dicha tan sólo un instante tangible desespera todo cuánto conservan el amor y la pasión.
Y seguimos ahí, quietos... mirándonos e imaginando la dicha que acontecerá en un futuro cercano y perfecto y que marchará lejos por la ventana al consumirse los días siguientes a nuestro retorno de distancias.
¿Cuántos minutos han pasado, mi amor?
¿Cuánto rato llevo conteniendo el aliento?
¿A cuántos kilómetros por hora recorren alrededor de esta cama mis ganas de abrazarte?
No importa, no importa quién soy ni quién me quiso. No importa qué fui ni qué me hizo daño.
Tan sólo cobran esencia aquí los centímetros que tímidamente vamos sorteando para al fin reencontrarnos y redescubrirnos el uno en el otro.
Abro los ojos, despierto. Ni siquiera tiempo tuve de besarte, mi cielo.
Despertaste... o desperté yo.
Y al caer la noche, mi vida, retornaré a ese sueño y antes de amanecer te besaré yo.
Marina
Dedicado a esa persona especial, importante y única en mi vida.
