Hoy, hablemos del amor...
Sí, del amor... de todo lo que atrae, lo que rehuye, lo que te da y lo que te quita.
Hablemos hoy del buen amor y del que no es tan bueno...
Sencillamente, hoy, hablemos...
Miles y miles de definiciones explícitas, vagas, contundentes, científicas, románticas, ilusas, decepcionantes, cortas o largas... hay miles de compuestos lingüísticos que intentan hablar de lo que más cerca tenemos... y de lo que menos sabemos hablar.
También cabe abarcar el real concepto del amor... no es la pura atracción física acompañada de miradas cómplices a los ojos... no se trata del enamoramiento propio y absurdo (en ocasiones)...
Se trata de todo lo que amamos... yo amo muchas cosas y a muchas personas... amo a los que me quieren... y en cierta manera amo a los que no tanto.
Amo a quien me corresponde porque es toda una entrega recíproca. Y amo a quienes reniegan de mí porque me enseñan cuanto valor tienen mis sentimientos pues no puedo abandonarlos a cualquier burdo objetivo.
Amo mi casa, mis cosas, mis recuerdos de la infancia. Amo mi ordenador, mis libros, mis apuntes de universidad... amo también mi pobre y abollado coche.
Y amo lo que escribo y todo aquello que leo. Amo lo que enseño y lo que aprendo.
Amo cada uno de los segundos de mi vida que he tenido la oportunidad de vivir... buenos o malos...
Porque he entendido que de cada lágrima he sacado una lección de vida, he aprendido a convivir con el miedo y con la angustia cuando he debido cohabitar con ellos... he aprendido de las risas y los abrazos... y de los besos fueran lo sinceros que fueran.
Y amo aprender, amo prosperar... amo lo que poseo en mi mente y en mi alrededor.
Y qué decir de las personas que, pase lo que pase, y sea lo irascible que haya podido llegar a ser, han sabido convivir conmigo y con mi ironía. A esas personas, a las que no les ha dado la gana desaparecer de mi mundo... a esas.... las amo más que a nada. Porque lo han sido y son todo para mí... porque acabe donde acabe y encierre lo que encierre... siempre queda algo de ellos en mi corazón, en mi mente... en mis manos.
Y, en especial, amo lo que me han enseñado todas las personas que, queriendo o sin quererlo, me han dañado, me han lastimado, me han bajado de un porrazo de las nubes al abismo... y les debo todo lo que he observado en el viaje de vuelta a la tierra.
Hablemos todos de amor... ya sea hoy ya sea mañana... ya sea con quien compartes abrazos y con quien compartes trabajo... hablemos aunque sea en silencio de lo que se siente al estar en paz con uno mismo y con el mundo... hablemos después de haber escuchado.
Por mi parte, lamento no haber entregado lo positivo en todo lo que he hecho y escrito... siento haber magnificado el pesimismo en ciertas ocasiones... y lo siento porque la vida me lleva demostrando desde hace tiempo que TODO es motivo de aprendizaje.
Mi mochila va cargada de malos recuerdos, la mochila de mi gente también, y la del vecino de enfrente...
MARINA