Déjame que te quiera con esta sinrazón mía, con este desvarío infinito de sentidos sin latir, de locuras huidizas de tiempo, espacio, manera y corazón. Ya no resulta difícil creerte dios o diablo cuando pasas rozando la punta de mis ganas. Me desespera saberte lejos estando tan cerca de este precipicio de sentimientos ahogados en este pozo sin fondo. Quisiera no querer quererte como creo que quiero quererte sin llegar a quererte de esa manera que me haga hablar sin hablarte, mirar sin mirarte y amar sin amarte. Quisiera arrastrarte conmigo hacia el paraiso perdido de amantes hundidos en sus propias aguas de gloria eterna. Me encantaría que miraras a través de esa agonía que empaña el iris de estos ojos cansados y tristes que hoy te miran con la angustia de saber con certeza que jamás serás conocedor de esta sabiduría afincada en ese músculo que hace que la sangre brote con fuerza. No quieras creer en nada de lo que te digo porque acabarás cayendo en esta vorágine que me devora en alma, cuerpo y mente. Ego te absolvo del pecado de mi cuerpo.
Marisol
Marisol