Érase la historia de un nuevo hidalgo caballero que vive (o acompaña a vivir) en un lugar de cuyo nombre (a Dios pongo por testigo) ni quiero acordarme... evidentemente... no se trata de ningún rincón de La Mancha sino de una mancha en un lugar...
Este querido hidalgo caballero se pasea ( a veces a trote... otras al galope) como si del mísmisimo Don Quijote se tratara pues confunde el viento con los molinos, el cianuro con el agua... y bebe fango todos los días al caer de su caballo.
Como buen jinete que es... a todas partes viaja cabalgante con su caballo... un caballo perfectamente montable y cabalgable... que sigue el camino de las riendas pasito a pasito aunque a veces es guiado al galope... salvajes sus pasos... alza sus pezuñas al vuelo para pisar bien fuerte el suelo...
No obstante, esta historia dista mucho de ser épica y grandiosa... diría yo que se asemeja a lo grotesco y roza descaradamente el pateticismo pues... ¿Dónde anda Sancho Panza?
Escondido, deduzco. Intentando no ser más nunca relacionado con el cabalgante de los molinos... ¿Quién querría en su sano juicio viajar casi a pie al lado de un jinete con rasgos bastante pronunciados de esquizofrenia? ¿Quién es capaz de seguir al salvaje galope del caballo? ¿Quién es capaz de luchar contra molinos de viento?
Señores... nuestro recién hidalgo caballero anda perdido entre ráfagas de viento... fiel su caballo a su comida... caminante de caminos inciertos... en busca de la gran batalla...
Marina