
En la ladera de aquel paisaje de recuerdos nos perdimos en tu tiempo. Bordeamos precipicios a un destiempo relativo de lunas etéreas y frías nieves de mayo. Y, en tu regazo, dormí mientras velabas mis sueños cuan guardián protege su morada de amor incierto. Te abracé fuertemente y te abrazaré más en adelante porque en tu pecho he encontrado un corazón que por fin late para mí.
Marisol
Marisol
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