Puntos negros. Puntos blancos. Otra vez puntos negros. Se me entremezclan a mí, se te entremezclan a ti.
Más puntos negros, otra vez los puntos blancos. Ahora me parecen todos de color gris, ahora te parecen todos de color gris a ti, también.
Sigo viendo puntos, ya no sé si blancos o negros, quizá se vayan tornando por momentos grises como efecto óptico a la confusión que impera entre tanta ausencia y exceso de color.
Blanco que rebota toda la luz, negro que lo absorbe absolutamente todo. Gris que se queda a acaballo de una dirección, de la otra o, tal vez, de ninguna.
Muchos puntos, ausencia total de color. Vislumbro algún punto blanco entre el gigantesco arcoiris de nuestro futuro.
Tétrico final de una espiral maldita. Maldita. Maldita.
Confusión, confusión enloqueciéndome, confusión enloqueciéndote, confusión ignorada por el resto de los locos.
Locura transitando por nuestras mentes, mentes (nuestras) transitando por la espiral de la locura.
Sin razón aparante y con todo un elenco de motivos reales y fuertes en el interior.
Una sonrisa cálida por delante y mucho esfuerzo y desaliento en la puerta trasera fría de mi mente.
Corazón que late despacio, el mío. Corazón que late aún más despacio, el tuyo.
Y ninguno de los dos puede cambiar nada y quizá acabemos cambiándolo todo.
...Mientrastanto todo esto y todo lo otro ocurre... te quiero.
Marina