Volví del miedo
instalándome entre algodones baratos
intentando calmar el incierto
de quien se sabe ultrajado.
Volví del miedo
apaciguando la sed
de aquel que se sabe sediento
olvidándose de beber.
Volví del miedo
acercándome suave y fría
a la luz del entuerto
que ya ardía.
Volví del miedo
y sin darme apenas cuenta
tardío ya el encuentro
cerré, vacía, la puerta.
Marina