Hoy, ahora, a la una y veinte de la madrugada; mientras descansa la decepción en el disfraz de la ironía, mi voz en off busca desesperadamente tomar el control.
Y no quiero, resisto inútilmente...porque yo quería hacer hoy poesía y me temo que de aquí saldrá una tragicomedia barata.
Me río para mis adentros, me mofo de mi ansiedad, me burlo de mis sentimientos. Total, ¿cómo tomarse en serio algún sentimiento depositado en manos de la ironía?
¡No, no! Mejor aun, ¿cómo cuidar con esmero un sentimiento entregado a quien lo perdió de camino? Fíjense, ejemplo claro y conciso, espero: compras un ramo de flores hermoso, exuberante y fresco, lo entregas con mucho cariño a alguien que creías especial y vez como ese capullo, siempre sonriente (todo sea dicho) lo coge y lo planta en la basura de atrás y, ¡atención! CONTINÚA SONRIENDO MIENTRAS HACE EL TÍPICO GESTO ATONTADO CON LAS MANOS DE "YA ESTÁ".
¿Sorry? ¿What is it?
Vaya...¡qué desastre! Me temía una sublevación de este tipo por parte de mi subconciente...yo sólo quería hacer un poco de poesía. ¿Estoy a tiempo? Probemos.
Una cálida mañana
se despertó la ironía
al descubrir lángidamente
que de amor nadie moría.
Buscó atropelladamente
algún gesto con valía
mas sólo entre escombros halló
¡nada!...se lo temía.
Sonriente continuó su búsqueda
del príncipe azul galopante
y topó de bruces, frente a frente,
con un Don Quijote de gran talante.
No hubo manera contra la rendición
de su idiota corazón atolondrado
a contraluz luchó con ilusión
contra el mástil de un molino anclado.
Y no hubo más hazaña por contar
que la tranformación de su príncipe
el cual, sin un beso formal,
tornó gris y poco apetecible.
La ironía (ahora) despierta
se pregunta con tesón
¿si Don Quijote ya no lucha
por qué debo hacerlo yo?
Ahora con un poco de seriedad, ¡que quiero poesía!
Esta es la buena: La idiotez del ser humano sólo casa con la prepotencia de quien se cree del doble filo un gran maestro en potencia.
Con salud, Marina