PINTURITAS DE COLORES YA NO TRISTES

Hoy se despierta el día con un sofocante calor...las ganas de vida me invaden, la muerte tan inerte como ella misma ya no me visita con tanta fuerza.
Cambio brusco de circunstancias al que voy acostumbrándome golpe a golpe.
Me doy una buena ducha, esta vez, en esta ocasión y como primicia en mi vida no he llorado por la pérdida, ni siquiera en la ducha donde las lágrimas suelen confundirse con la cal cayendo violentamente sobre mis facciones entristecidas.
No ha habido lágrima alguna, ni arrepentimiento, ni ganas de de decir o hacer lo que ni se dijo ni se hizo, quedo contenta con mis resultados.
Hoy, esta vez, incluso ayer en mi mísera amistad con el dolor; no ha habido ni facciones entristecidas ni lágrimas camufladas en el agua excesivamente calcificada.
Salgo renovada, empapada de una extraña ilusión por retomar mi vida. Me miro al espejo empañado y me sonrío, reacción extraña en estas circunstancias; sonrío... y me digo en voz alta: la resiliencia es la capacidad de encajar los golpes. Y como de eso yo ya llevo un ratito en la vida experimentando y practicando, me siento enormemente orgullosa de mi resiliencia en crecimiento.
En esta ocasión no me siento víctima de la vida, ni creo que mis duendes de la suerte me hayan abandonado de nuevo, ni maldigo el día que lo conocí... sé que pasó por algo, sé que tuve que decepcionarme de nuevo para aprender que ahí afuera hay todo un mundo lleno de alas para volar...y volaré, vaya que sí.
Agradezco este nuevo aprendizaje a esa persona especial que optó por salir de mi vida con menos decencia de la que me merecía y con más honestidad de la que en la cobardía conocía. Restarás en mi corazón siempre como aquel sabor de boca agridulce que me hizo despertar y salir al mundo. No hay rencores que valgan, la vida empieza una y otra vez y más lastres del pasado. Auvoir

Marina