De saberse libre habló la lluvia, de sentirse presa en su propia caída. No palidece la noche por tus venas yermas, no oscurecerá el día por tus caricias tan poco sinceras. Cree estar libre ya de penas que la condenaban a noches en vela. Se siente más ligera, menos muerta. Bienvenido septiembre, otoño esperanzador, alimentado de fresas.
Marisol
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