"No estás sola" Te dices en voz baja repiqueteando con los dedos encima del escritorio.
La cabeza queda hundida entre el brazo derecho y los apuntes de derecho administrativo.
"La soledad es buena compañera cuando no queda nadie." Ahora habla tu mente, silenciosa, mentirosa, envenenadora de la felicidad.
Y, de repente, alzas la mirada por encima de tu pesadez, el flequillo frena la corriente de sentimientos encontrados que galopan dispuestos a apoderarse de tu mente a través de la retina. Sabes que vas bien, tienes la absoluta certeza de que haces lo correcto...aunque a veces no sepas por dónde tirar ese carro cada vez más cargado de trastos viejos.
Y, como por arte de magia, sonríes, porque encuentras una foto conocida en la esquina de la mesa, porque un día prometiste que siempre, siempre lucharías contra viento y marea para alcanzar el valioso sueño de ser tú misma.
Marina
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