
En una sala de espera, sentada sobre mis dudas, dudas sobre las razones por las que mis respuestas son diferentes de las correctas.
No es metáfora ni poesía, me encuentro irónicamente sentada en una silla, acompañada de desconocidos que están por delante de mí.
Me atienden antes de lo esperado, ahora había hecho mía esta silla impersonal.
Quien me atiende tiene prisa y yo... yo también tengo prisa por salir de ahí...quiero aire, mucho aire.
No sabe resolver mis dudas, no es su materia, se disculpa atropelladamente y me remite a otra persona.
Ya que me tiene delante me pone fecha de examen, le digo que he tenido una mala semana y por ello no vine ayer. "No te preocupes." Me dice. "Ven la semana que viene."
Salgo de allí con una sonrisa de protocolo social... como toda conducta cordial desde hace unos días atrás.
¿Ser auténtica? ¿Ser sincera? A partir de ya sí, pero conmigo misma y con los míos, los que me quieren sin decirlo, los que lo demuestran... sin confundirlos con los que dicen demasiado para sentir demasiado poco.
Curiosa lección sutil de la vida lo acontecido hace unos minutos.
Ahora estoy sentada tranquila y pausada en un parque. Sola, totalmente sola con el ruido de fondo de chavales jugando y disfrutando la vida. Hace un día cálido, el Sol me permite estar sentada despojada de abrigo, la brisa suave y fresca me acaricia la cara como si supiera que ando escasa de contacto sincero.
A ratos, breves e intensos, deseo correr gritando y llorando hacia ninguna parte pero calmo mi locura impestiva y sigo caminando despacio, muy despacio, cuidando cada paso, temerosa de volver a pisar el lodo del que aun me voy despojando.
Sé que tardaré en caminar a paso seguro, soy plenamente consciente de que quizá ya se haya roto la inocencia con la que creía abiertamente, sé que me he dejado embaucar por el más mísero de los cobardes pero también sé que sabré perdonar porque ya no hay fuerzas para seguir odiando.
Se acabaron las causas perdidas, ya no... ya no me agacharé a recoger las piedras que encuentre en el camino, patada rápida y a seguir caminando.
Que la vida me espera ahí delante, con señales luminosas...y mis ojos están cansados de ver tanta porquería, mis oídos están hartos de escuchar tanta poesía y mis manos se convierten en puños fuertes para golpear los contratiempos.
Marina
No hay comentarios:
Publicar un comentario