Y esa mirada lo decía todo...mil años de esperanzas en baldías lágrimas de bahías muertas. Tu solitaria sencillez mirándome desde allá, bien alto, donde algún día mi corazón herido no te pudiese alcanzar. Por silencios vagos de acantilados fieros, por mareas llenas de deudas pendientes. Por pensamientos oscuros de autocompasión gratuita. Por esta absurda locura que rompe mis caderas...y desvelaré amaneceres llenos de ti. Y atisbaré tu mirada, esa mirada que antaño era puro fuego y que ahora quema, pero por ser tan fría como el hielo. Ya no quedarán señales que me lleven a tu puerta, ni verdades que me ayuden a quererte. Ya no habrá más lamentos querido, porque agua pasada, no mueve molino.
Marisol
Sencillamente, asombroso... no hay más huella en tí que la fortaleza de una leona, de una luchadora... que levantas la mirada después de cada caída... y, aún, sonríes.
ResponderEliminarTe adoro, mi compañera de palabras.
Compañeras de palabras hasta el infinito y más allá ;) Yo también adoro todo en tu maravillosa persona (espiritualmente hablando ejem) Un beso!!
ResponderEliminarMarisol