
Vamos acumulando recuerdos con el tiempo. Algunos buenos y otros malos, algunos que apartamos al desván de nuestra memoria y otros que están grabados a fuego para siempre en nuestra alma y que, aún restregándolos fuertemente, no conseguimos borrar. Algunos duelen como la peor de las puñaladas recibidas por aquellos a quienes más apreciábamos y otros son tan bellos que preferimos obviarlos por la nostalgia tan cruda que nos invade al revivirlos.
Por eso, recordar es bonito pero doloroso. Sirve para darte cuenta de tus errores y poder rectificarlos, para darte ánimos cuando crees que lo más sencillo es rendirse y, sobre todo, para recordar que somos irremediablemente humanos. De todos modos, es mejor vivir el presente, sin olvidar el pasado, pero no dejando que los recuerdos influyan un presente totalmente distinto de lo pasado. Así que, aquí empieza nuestro camino y sólo me queda decir..."Adelante"...
Marisol
Siempre nos alimentamos de los recuerdos, se trata de encontrar las vitaminas de los excrementos... yo lo estoy consiguiendo...
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