
Hoy tomo la palabra en nombre de todos los ciudadanos. Hoy hablo desde mis labios con la voz de todo un pueblo que grita un sonoro y repetido: “Basta ya”.
Terrorismo… acciones que infunden el terror a un pueblo y lo tiñen de miedo, lo acarician con el pavor. O eso es, al menos, su intención.
Pues no es así estúpidos cobardes, NO.
¿Miedo de la mierda incrustada en un zapato? Claro que no, por supuesto que no. ¿Acaso creéis todos vosotros, miserables simpatizantes de la sangre y la violencia, que os tengo miedo? Nadie os teme y, mucho menos, os RESPETA.
Lo más alto a lo que habéis llegado ha sido provocar dolor y rabia; la mezcla perfecta para que un pueblo entero sienta odio, y ese odio es el que nos hace más fuertes que vosotros.
Porque no necesitamos de bombas para matar ideas, para reducir a la nada un sentimiento, nos valemos de las palabras que pueden hacer, en cualquier caso, incluso más daño.
Y yo os digo hoy, en nombre de, tal vez, más gente de la que imagine, que no vamos a sucumbirnos a vuestra voluntad porque no hay en vosotros ni integridad.
¿Cuál es vuestra política? ¿Vuestra ideología? ¿Vuestro objetivo?
Lleváis a cabo la política del los cobardes, tenéis una ideología miserable y vuestro objetivo se ha dispersado entre tantos muertos…
¿Os acordáis de Miguel Ángel Blanco? Apuesto a que no porque lo matasteis sin mirarle a la cara, ¿os sentíais basura cuando lo mirabais a los ojos? Pues es el reflejo que dais al pueblo. Ese y no otro.
Pues podéis matar voces, acallar multitudes, destrozar familias, pero el resto seguirá levantando a la calle para aclamar vuestra muerte, a gritaros asesinos, a escupir encima de vuestro veneno.
Yo, si estuviera en vuestra piel, sentiría miedo, pues no hay nada que imponga más que un pueblo sediento de justicia, un pueblo desesperado por ver vuestra muerte, vuestra tortura… y lo encuentro humanamente lógico.
¿Ese es el miedo que dais? ¿Miles de personas gritando vuestra ejecución mientras huís despavoridos a Francia? Vaya, vaya… sois la viva imagen del pateticismo.
Me encantaría que terroristas y simpatizantes leyerais estas sinceras palabras pues son una fiel reproducción de lo que el pueblo entero haría con vosotros si algún día dierais la cara.
Y recordad siempre unas modestas palabras: “Sembrad sangre y muerte que cuando florezcan las semillas de la rabia enloquecida beberéis de vuestras acciones y comeréis de lo que todo una nación y un mundo entero está cocinando para vosotros. Buen provecho.”
Marina, el día después del atentado en Palmanova.
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