
Llego... con paso rápido y fingida firmeza. Sonrío... parece incluso que puedo sentirme tranquila tan cerca. Saludo... el corazón por un instante se congela.
Y nos convertimos en la fingida inocencia, y al mirarnos nos decimos tantas cosas que no caben en las palabras bien dichas, y por ello nos callamos, y hablamos de cosas triviales, y seguimos con nuestras miradas el recorrido del corazón para encontrarlo casi roto por sus esquinas.
Vuelvo a sonreír, paseo mi cabello de lado a lado intentando airear tanto sentimiento acumulado. Vuelvo a caminar de un lado a otro, a veces me acerco, a veces me alejo... sin rumbo ya ni fijado.
Noto como la gente observa a trompicones la noche que nos depara a los dos, apuestas genuinas se harán entre ellos, ¿Qué ocurrirá esta noche? ¿Quién de los dos se dejará llevar?
Pero te alejas paulatinamente aprovechando mi descuido y te veo a lo lejos caminando solo. Pido consentimiento ocular con mi compañera de viaje y me dirijo a tus pasos, sorpresa reflejada en tu rostro, impaciencia de quererte en silencio oculta en el mío...y mientras voy arrugando las distancias entre los dos para que sean un poquito más cortas... Pero de nada sirve, pues cuando más cerca te tengo, una llamada nos devuelve a la realidad, y tú te alejas cabizbajo, y yo me sumerjo en otro mar si cabe más abismal que el tuyo...
Sigo tu silueta a lo lejos despistada pues esa voz me atrapa en otros rincones del pensamiento.
Y es un momento confuso, un instante, sólo uno, en el que os tengo a los dos en las manos... y no debería sentirme bien pero lo hago.
Luego rápidamente me transporto al otro lado del mediterráneo durante unos minutos que me dibujan una sonrisa que sólo tú y otras pocas personas especiales reconocen en mí... lo has hecho, lo has visto, y lo habrás dado todo por perdido.
El final de la llamada me devuelve al grupo pero tú ya te has alejado y yo entristezco por lo que te estoy haciendo sentir...porque duele dañar a quien quieres sin poder sanarle después.
...Y todo transcurre con menos distancias cada instante...y como una peonza me ves dar vueltas de una compañía a otra y de vuelta a tu abrazo...y lo siento pues si no me quedo demasiado tiempo es por miedo a acostumbrarme de nuevo a tu calor y embriagarme.
Marina
No hay comentarios:
Publicar un comentario