
Llegas develando mil amaneceres inciertos de mares de dudas libres de culpa. Llegas a lugares impenetrables para muchos, deshojando margaritas grises sin cielo limpio al que aclamar. Llegas para mi suerte, en un día nublado de almas danzando al son de una cítara. Llegáis tú y tu cuerpo para enamorar a a mi cama, vacía de silencios sin remordimientos. Llegas para sofocar estas eternas preguntas sin respuesta, esta locura de no saber decir nada y querer quemar mis ganas. Llegas para dejarme una vez más en llamas.
Marisol
Marisol
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