
Llora una vez más la piel de cereza en flor. No puede más y se derrumba en mil pedazos de hojas deshidratadas por el dolor de mil pasiones perdidas en vanas depresiones sin sentido alguno. Y se hace eterna en etéreos campos de hierba verdosa de esperanza errante. Helaron las palabras vacías que les decía a aquellos que quería y chamuscadas caricias le devolvían la vida en icebergs de luna llena. No olvida vida y día, pero la noche se cierne en abrazos de pensamientos ensordecedores. No sería la última vez que los derrotaría...
Marisol
Marisol
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