
Recordad, queridos niños, que no somos sino más que sencillas personas que saben amar, perdonar, comprender... no obstante, no eternamente.
Pues, cansadas de tender la mano a quien ni nos ve, cansadas de intentar entender antes a otros que a nosotras mismas, recreando nuestros recuerdos para encontrar razones en las que apoyar teorías tontas del perdón, hoy hemos decidido no sin decepción, rabia y dolor, entregarnos a nosotras mismas y a quienes encuentren en nosotros la verdadera amistad.
Queridos chicos, mencionar vuestros nombres es una memez pues, ni vosotros mismos os reconocéis. Sabed que estas tontas ya no confían más en vuestras palabras ni disfrutan más de vuestra extraña y fría compañía. Este es momento para volver a empezar, dejar atrás errores y, con ellos, dejaros a vosotros.
No encuentro razones obvias para volver a entenderos ni, mucho menos, para volver a mirar en vuestros ojos, ya sistematizados en la mentira y la hipocresía.
La decepción ha llegado a mi corazón antes que la Navidad; felices fiestas... deseo de todo el corazón que parece que carecéis vosotros que algún día sepáis entender las palabras de la decepción.
YA BASTA...
Marina
Marina
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