
Llegas como una maldita tormenta arrasando todo lo que hay a su paso. No te importan el corazón ni sus latidos, ni la sangre, tan roja como la tuya...ni el dolor, ni el silencio, ni la soledad ni las palabras...pues asumes que todas están tan vacías como las tuyas propias. Simplemente aparaces, descargas tu ira y tu autocompasión y te largas, como si jamás hubieses causado tanto daño. Maldigo esas horas muertas al lado de un muro lleno de lamentaciones. No descansas no dejas que los demás lo hagan...¿qué te hizo el mundo para que descargaras su ira contra él? ¿Qué te hice yo para que arrasaras mi alma dejando un desierto de arenas movedizas? Y que me estoy haciendo a mí misma, admitiendo que aún me importas.
Marisol
Las tormentas predicen un gran momento de calma... los huracanes tienen siempre un ojo tranquilo, casi imperceptible el estado de enderredor...
ResponderEliminarNo se trata de descargar la ira de nadie contra nadie, se trata de quién descarga si propia ira contra sí mismo.
No hay mejor medicina para la autocompasión que el sentir la igualdad de condiciones entre ambas personas... no hacemos ningún bien volviéndonos benévolos con alguien ni tampoco malévolos...
Los actos reflejan, muchas veces, más allá de la realidad. Hay momentos, circunstancias, que la mente procesa como causa-efecto... y se trata de meros momentos que transcurren en la casualidad...
Atendiendo a miles de súplicas tempestuosas que reclaman tus ojos, solo cabe decirte: paciencia... santa paciencia... espera plácidamente el momento... un punto de inflexión está a punto de llegar a tus manos... tus ojos, me dice el corazón, cambiarán los colores de tu alrededor... sólo cabe saber esperar... la vida se encargará del resto, no lo dudes;
Marina
me agrada mlt akest poema, xk reflexa molt be sa realidad :) sou molt bones anms!!!
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