
Cuán caprichoso es el destino, amigo. Cuán ingenua mi mirada. Cuantas palabras tanto tiempo calladas... cuantos silencios por ti y por mí hablaban, querido amigo.
Hemos danzado al son de las caricias castas durante demasiado tiempo, quizá, para ti... y demasiado seguro, quizá, para mí.
Y en el bailoteo de nuestros juegos de miradas, nuestras manos, por momentos, hablaban un lenguaje que sólo parecía ser entendido por mi corazón y por ti.
Ambos hemos caminado paralelos, de la mano siempre; tú mirándome a mí, yo mirando hacia un lado.
Mientras yo le lloraba a las fuerzas implorando que a mí volvieran, tú recogías mis lágrimas del suelo y las guardabas, las mimabas, las endulzabas. Y mientras tú le llorabas al injusto destino yo sólo alcanzaba a abrazarte sin saber mirarte.
Ambos caminando de la mano, sí. Yo con la certeza de mi soledad, tú con la certeza de que yo nunca avanzaba sola.
Y así, tiempo prolongando mi ceguera y tu secreto, íbamos trazando juntos frases por nosotros hechas, conversando con los labios, aguantando con la cabeza, abrazando con las manos sueños que, para ambos, se escapaban.
Imaginando yo mi vida sin mí, imaginando tú una vida conmigo.
Y ha tenido que estallar el silencio, han gritado las palabras, se ha tenido que enmudecer el tiempo, se ha armado de valor el destino... todo ello para poder verme en tus ojos.
Marina
Ahora mismo ese amigo debe de estar en su casa llorando sin cesar, después de haber leído una realidad tan especial (y mágica), tan bien expresada por una gran amiga tan maravillosa y tan angelical.
ResponderEliminarSeguramente en este momento las palabras no le salgan (pués la emoción sentida es demasiado grande para que pueda escribir con claridad todo lo que siente). Pero de una cosa puede estar seguro: esta amiga sabe que aunque a él le cueste expresarse, ese sentimiento tan profundo esta latente en una parte del cuerpo muy importante: EL CORAZÓN.
Y de una cosa ella puede estar segura; en todo momento ese amigo hacía lo que consideraba que era necesario.
Por último, decir que el destino ha conseguido algo de lo que realmente puede estar orgulloso, de que dos grandes amigos y tan buenas personas hayan conseguido VERSE REFLEJADOS UNO EN LA MIRADA DEL OTRO.
Juanillo
Y ese gran amigo, de nuevo, ha dejado sin palabras a la chica que se mece entre la magia, a la chica viajera que ha recuperado las alas del corazón... esa chica que, sin saberlo, está ahuyentando los fantasmas que la persiguen porque hay un buen amigo (especial, único) que le inyecta las fuerzas con cada sonrisa...
ResponderEliminarLLamenlo magia, lectores.
Marina
Precioso, queridos T_T
ResponderEliminarMarisol