
En esas horas en las que el sueño se cuela por la ventana y hace bostezar a la razón, se cierne la autocompasión en las almas llenas de luz. Como si de una grotesca y burlona broma se tratara, la tristeza invade el corazón para impedir que éste navegue hacia nuevos horizontes. Las mismas viejas respuestas asoman su cabecita a los dolorosos miedos que esconden inquietud. Y la tristeza parece ganar terreno sobre ese territorio tan desgastado, magullado y arrasado por el dolor. Sospechas de tu sombra, pues pareciera que se hubiera confabulado con la tristeza para tornarte gris: ambas ansían tus colores. Recuerda lo que te costó recoger poco a poco los retales de sonrisas perdidas en el tiempo. Recuerda que toda esa oscuridad no es más que una ilusión que ha surgido de tu miedo a seguir luchando, avanzando y olvidando tristezas. Recuerda que no es momento de rendirse. Nunca valdrá una excusa para dejar de luchar por ti misma/o.
Marisol
Nuestra lucha no es con espadas... es con el corazón, nuestra batalla no se cierne contra soldados sino contra la sin razón, nuestro campode batalla no es el odio... más bien es el del amor y nuestra labor no es arrasar campos sino sembrarlos con nuestras propias manos.
ResponderEliminarHacemos crecer de tierras estériles lasmás bellas amapolas, sembramos en cimas de montañas nuestra propia bandera pues, con todo aquello que agarramos junto a nuestra maleta de fuerzas, somo capaces de llegar a lo más alto de nuestra cima particular.
Hemos escalado millones de veces nuestro Everest... hemos cruzado sin miedo a quemarmos millones de Teides en erupción... ha caído lava de nuestros ojos en forma de lágrimas y, no obstante, aquí seguimos, al pie del cañón.
Marina, con el corazón no hay nada imposible.
Besos compañera.