Las tres de la madrugada y no estás. Duermes, espero que plácidamente. Desvelo, intuyo que por poco tiempo...
Mañana ya estarás en pie trabajando, concentrado, intentando que las horas se lleven mejor entre ellas hasta nuestro nuevo encuentro... Mientrastanto, aún continuaré yo en mis sueños.
Mas esta noche no sé qué me atormentará...sueño sola y me despierto más sola todavía.
Porque rápido me acostumbré a tu mano acariciando mi pelo mientras el sol tocaba con su magia el día.
Amanecieron primero mis ganas de volar contigo y después, sólo después, me di cuenta que no tenía todavía alas.
Abrir los ojos y encontrarte de frente, a mi lado, que daban igual las horas y lo tarde que se llegara a la vida en el exterior... era un sueño. Abrir los ojos ahora es cerrarlos cegada por la pesadilla de no tenerte.
No sé lo que es el amor. Materia absurda que nunca entendí y dudo hacerlo en lo que me reste en este maravilloso mundo. No entiendo de amor y, sin embargo, no sé de otra cosa que no sea amarte.
¿Sabes lo que es, mi vida, que se congelen mis miedos entre tus dedos al recibir una caricia?
¿Conoces la magia de sonreír a la contraluz de tus palabras?
¿Has visto alguna vez, mi amor, cómo mis lágrimas te decían "quiero pasar el resto de mi vida contigo"?
Mis energías se esfuman si no consigo enredar mis dedos con tu pelo.
Dibujar el contorno de tus labios con mi dedo índice mientras te sonrío.
Mirarte, y mirarte... y no dejar de hacerlo mientras estás concentrado en otra cosa... y alterar así tus prioridades momentáneas...porque adoro ese poder magnético que mis ojos tienen sobre el rubor de tus mejillas.
Y cuando duermes... esa paz que inunda todo mi espacio... mis costillas se ensanchan para que quepas aún más dentro de mi corazón.
A contrapecho... así quiero respirarte.
Déjame que te deje entrar de nuevo en el paraíso de quien sabe quererte.
Aguárdame, mi vida, que tengo toda una vida para alcanzarte.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario