
El viento se lleva muchas cosas...
Se lleva las palabras, se lleva las miradas, se lleva lo que se quiso, se lleva lo que se deseó en un instante...
Y el viento nos olvida, nos restringe a algún recoveco... nos esparce el alma a cachitos por alguna extraña razón.
No obstante, no somos semillas que esparcirse y crecer y evolucionar.
Pues evolucionamos con el corazón entero... y cuando está aún reconstruyéndose es cuando más peligro acarrea una suave brisa, un aire limpio agradable que te retuerce lo barrido, que te desarma lo encontrado, que hace de la arena una cúspide, dunas etéreas...
Ahora, en estos momentos, en estos instantes... mi corazón, mi cuerpo, mi mente, se agitan incansables entre ciclones tropicales, en ojos de huracanes descanso por las noches, en escombros duermen mis sueños...
Y es quizá esta la manera de avanzar pues sabíamos que el camino no era fácil, no obstante, sigue siendo hermoso...
Que no hay terremoto que me derribe el alma.
Que no hay huracán que abata mis alas cuando ya han emprendido el vuelo.
Que no hay tsunamis que mojen mis ganas de seguir adelante.
Que no hay quien pueda con lo que en pie se mantiene.
Sembré problemas, sembré principios, sembré elecciones y decisiones, sembré dudas, sembré engaños, sembré heridas abiertas... y es que recojo, sencillamente, los frutos de una cosecha que (se supone) sembré... pero no con mis manos... quizá sembré con la ilusión, con la imagen, con lo que nunca se dijo...
Y ya da igual lo que recoja yo o lo que me siembren otros... sigo teniendo el jardín repleto de flores, sigo regando cada centímetro de sus raíces, sigo abonando todo lo que, bueno o malo, tengo en mi jardín.
Bienvenidos sean también los cardos;
Besos
Marina
No hay comentarios:
Publicar un comentario